sábado, 9 de febrero de 2013

Desahucios y Toros



Por: Pilar Rahola
ESPAÑA |  9 DE FEBRERO DE 2013
Un país cuyo Parlamento es capaz de votar, en la misma sesión, a favor de convertir la tortura de los animales en un bien público, y a la vez rechazar la dación en pago, que paraliza la ignominia de dejar a gente pobre sin un techo y con deuda, es un país atrasado, enfermo. Y luego preguntan por qué queremos huir de aquí los catalanes. Al contrario, conozco españoles que están pidiendo un hueco en el tren catalán, porque de esa España retrógrada, amante de la tortura, indiferente ante la desgracia ciudadana, y sobradamente corrupta, quieren huir muchos.
Por supuesto que hay otra España, la que ama la cultura y nunca la mataría a golpes de IVA; la que potencia la investigación y no la reduce a la nada presupuestaria; la que entiende los derechos de los pueblos y no los amenaza; la que respeta a los animales y no los convierte en objeto de espectáculos sangrientos. Esa España nunca permitiría que una familia sin recursos que ha devuelto su casa debiera continuar pagando, porque tienen derecho a perder la casa pero no a perder la deuda. Esa España ilustrada, heredera de los afrancesados y las Cortes de Cádiz y de todos los que la han querido avanzada, ha desaparecido en el agujero negro de unos gobiernos cada día más aislados y más autárquicos. Si España tenía opción, esta apisonadora que gobierna, y otras que han gobernado antes, la ha hecho imposible.
¿Quién quiere vivir en un país que echa a la calle a la gente sin recursos pero protege la muerte salvaje de un animal noble? Da asco. Y me niego a pensar que no hay otra España posible, pero no se la oye lo suficiente, no está lo suficientemente indignada. Y el gran problema no es que un partido que ganó con sobrada rotundidad precisamente porque consiguió encarnar el deseo de cambio haya convertido su éxito en la eficaz herramienta del fracaso colectivo. El gran problema es que los del otro lado se le parecen mucho, y en estos temas cruciales, ni están ni se les espera desde hace demasiado tiempo.
Perdonen, pero me niego a creer que esa España que cantaron los mejores poetas esté atada de por vida a la tortura animal, a la corrupción, a la falta de piedad y al desenfreno económico. Sin embargo, eso parece mientras esté secuestrada por una mentalidad tradicionalista en el peor sentido, heredera de la filosofía del Lazarillo y cuya mentalidad imperial la retrotrae al espíritu feudal. ¿No les da vergüenza? Y se lo pregunto a los que se llaman a sí mismos patriotas españoles. Porque no deja de ser triste que sean precisamente los que cada día tienen la palabra España en la boca los que arrastran su nombre por el lodo. Es entonces cuando recordamos a Blas de Otero:
"Pregunto, me pregunto: ¿Qué es España?
¿Una noche emergida entre la sangre?
¿Una vieja, horrorosa plaza de toros
de multitud sedienta y hambrienta y sin salida?
Fuere yo de otro sitio. De otro sitio cualquiera"...

Fuente: La Vanguardia

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