COLOMBIA | 23 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Vivir cerca de un pozo
de gas donde se realice fracturación sísmica, o fracking, aumenta en 200% la
posibilidad de sufrir enfermedades respiratorias e infecciones de la piel,
asegura un nuevo estudio de la Universidad de Yale. La investigación, realizada
en la región de Marcellus, Pensilvania, en el este de Estados Unidos, encontró
que dos de cada cinco personas de las que viven en un radio de un
kilómetro de los pozos de gas que utilizan el controvertido procedimiento de
extracción reportan síntomas de enfermedades respiratorias y de la piel.
“La proximidad al gas
natural y su impacto en la salud” es el título del estudio publicado la semana
pasada por el Environmental Health Perspectives Journal, con el aval del
Departamento de Salud y Servicios humanos del gobierno de Estados Unidos. En la
investigación participaron 492 personas pertenecientes a 180 familias en un
radio de dos kilómetros de los pozos de extracción de gas, donde también había
uso y consumo directo o indirecto de agua potable proveniente del subsuelo de
la región. En Marcellus hay 624 pozos de extracción de gas natural que emplean
la fracturación sísmica.
El fracking,
procedimiento muy nombrado por estos días en Colombia, es un método que lleva
ya más de sesenta años, pero que debido al agotamiento de las reservas de
petróleo y gas se ha convertido en una nueva alternativa, sobre todo en Estados
Unidos, donde hay más de millón y medio de estos pozos, es decir, más de la
mitad de los que existen hoy en el mundo entero.
Agua y cóctel de químicos indutriales
La fracturación
sísmica consiste en inyectar un exorbitante volumen de agua a presiones
extremadamente altas, mezclada con arena y otros químicos para destruir y
disolver la roca a cientos de metros bajo tierra. Una vez el agua deja de
inyectarse, las partículas de arena y químicos se adhieren a las paredes de los
cráteres que formaron, dejándolos abiertos y permitiendo así la salida del gas
natural y el petróleo.
Además de ser un
mecanismo que utiliza enormes recursos hídricos (de dos a ocho millones de
galones por pozo), es el contenido de ese coctel de químicos industriales
que se inyectan bajo tierra lo que tiene a la comunidad científica en ascuas.
La industria energética se opone a revelar el contenido de estos químicos,
paso fundamental para evaluar y mitigar los efectos que tendrían en el medio
ambiente y la salud humana, explican los expertos. Sin embargo, ese gremio
invoca secretos profesionales y derechos de propiedad intelectual, lo que ha
hecho imposible conocer los verdaderos ingredientes.
Entretanto, oficiales
de la industria energética y políticos en Estados Unidos siguen asegurando que
este procedimiento es completamente inofensivo, contradiciendo lo que
científicos y ambientalistas han venido reportando en los últimos años.
Contaminación freática y terremotos
El fracking está
actualmente relacionado con la contaminación de agua subterránea, la creación de
inestabilidad sísmica debido a las explosiones bajo tierra, el aumento de la
sequía por el uso extenso de agua y el detrimento de la calidad del aire, así
como con padecimientos y enfermedades para los humanos.
“Al ser la fracturación
sísmica un proceso que se lleva bajo tierra, la probabilidad de que los
contaminantes que utiliza terminen en la fuentes de agua subterráneas es muy
alta. Me refiero a la misma agua que usan comunidades enteras para cocinar,
comer, ducharse, nadar, regar plantas y cultivos”, explica el doctor Peter
Rabinowitz, investigador del estudio.
No obstante, el
estudio no encontró un aumento significativo en enfermedades o síntomas
neurológicos o cardiovasculares en personas cercanas o que hayan tenido
contacto de primera mano con el agua subterránea cercana a los pozos de
extracción de gas con fracking. Los investigadores también llaman la atención
sobre la bonanza del fracking que se vive en Estados Unidos y en otros lugares
del planeta, al afirmar que todavía es muy prematuro para ver los verdaderos
efectos y su relación con enfermedades congénitas. Para eso habrá que esperar
al menos 10 años, aseguran.
Riesgos para la natalidad
Otro estudio publicado
en enero de este año por la Escuela de Salud Pública de Colorado afirmó que el
fracking afectó de manera grave a los fetos de madres embarazadas que vivían en
un radio de 16 kilómetros alrededor de sitios de exploración de gas natural.
En ese entonces se
examinaron los casos de más de 124.842 niños nacidos entre 1996 y 2009 en zonas
gasíferas en el estado de Colorado, lugar donde hay 47.000 pozos de gas, de los
cuales el 26% está localizado a escasos 300 metros de lugares residenciales, en
algunos casos tan cercanos como 30 metros.
Luego de cotejar la
información, se concluyó que los niños nacidos en las proximidades de los pozos
tuvieron un riesgo mayor del 30% de nacer con defectos cardíacos y defectos
del tubo neural, estructura de la que se desprende el sistema nervioso
central. Hasta los contaminantes más inofensivos tienen la capacidad, según el
estudio, de aumentar la exposición de los fetos a mutágenos malignos.
Países y entidades que han establecido
moratorias
Luego de una dura
batalla en el Parlamento francés liderada por ambientalistas, en 2012 se logró
poner a rodar una moratoria universal del fracking hasta que exista evidencia
científica de que el procedimiento no es nocivo para la salud humana ni para el
medio ambiente. “Mientras sea el presidente de Francia no habrá
exploración de gas con fracking”, dijo François Hollande.
Canadá, Alemania
y Bulgaria tienen moratorias similares en contra de la fracturación
sísmica. Por su parte, en Estados Unidos, Vermont se convirtió en el
primer estado en implantar una prohibición a la práctica en noviembre de 2012.
Lo siguieron Hawái, Pensilvania y Nueva York, que hace
poco sancionó 72 moratorias municipales contra el fracking en todo el estado
para pozos de extracción a menos de medio kilómetro de lugares residenciales.
En California,
donde se vive una de las peores sequías de la historia, también se pasaron
moratorias a distintos pozos que utilizan fracking, debido al alto uso de
recursos hídricos provenientes de los reservorios de emergencia, utilizados por
la comunidad.
Los científicos siguen
haciendo el llamado a realizar más estudios sobre el caso, mientras que los
ambientalistas continúan en su batalla para lograr que de una vez por todas, la
industria revele el contenido de los químicos utilizados, para así saber en qué
nos estamos metiendo.
Fuente: El Espectador
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