BARCELONA | 23 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Las mariposas que comen
alimentos recogidos en los campos y ciudades próximos a la accidentada central
nuclear de Fukushima (Japón) muestran mayores tasas de enfermedad y muerte
en comparación con mariposas que viven en zonas alejadas de la radioactividad,
según confirma un estudio de un equipo de la Universidad de Rukyus en Okinawa
(Japón) que publica esta semana la revista científica BMC Evolutionary
Biology.
Los investigadores
alimentaron grupos de mariposas de la especie Zizeeria Maha en seis
áreas a distancia diferentes del lugar de la catástrofe nuclear y luego
investigaron los efectos de la contaminación radioactiva sobre estas mariposas
y sobre la siguiente generación, es decir, las hijas de las mariposas afectadas
directamente por la contaminación. Los
resultados del estudio indican que incluso en niveles relativamente bajos de
radiación había una diferencia observable en el período de vida de las
mariposas, dependiendo de la dosis de radiación de cesio en su comida, que
varió de 0,2 a 161bq / kg.
Las mariposas alimentadas
con hojas cuyas dosis de radiación de cesio eran más altas, eran también las
más pequeñoa y algunas tenían anormalidades morfológicas tales como alas
de forma inusual, como ya habían avanzado estos mismos investigadores en los
resultados preliminares del estudio dados a conocer el verano de 2012.
El profesor Joji Otaki,
de la Universidad de Rukyus, considera que "la vida Silvestre
probablemente ha sido dañada incluso en dosis relativamente bajas de radiación,
y nuestra investigación muestra que la sensibilidad varía entre los individuos
dentro de una misma especie".
Efectos que pueden ser reversibles
En la segunda parte del
experimento, los investigadores analizaron los efectos de la alimentación en
zonas contaminadas en dos generaciones consecutivas de mariposas. En este caso,
los resultados indican que si la segunda generación de mariposas se alimenta
con productos no contaminados, los efectos de la radiación son practicamente
insignificantes, es decir, que los trabajos de descontaminación tienen
efectos positivos para la vida silvestre de forma relativamente rápida. La
descendencia alimentada con una dieta no contaminada tenía una esperanza de
vida similar a la media de otras zonas, independientemente de la cantidad de
radiación a la que habían sido expuestos los progenitores.
El único efecto negativo
en la segunda generación aparece, según el estudio, de los padres que habían
estado expuestos a dietas de cesio muy altas.
Fuente: La
Vanguardia
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