MÉXICO, D.F | 1 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Greenpeace hizo su propia
evaluación de los primeros 21 meses de la administración de Enrique Peña Nieto
en materia ambiental y concluyó que en dicho lapso “se consolidó un modelo
extractivo” de los recursos naturales con la promesa de que generará un
crecimiento económico y “se demostró el menosprecio al medio ambiente”. Ello
sin contar que en sólo un mes se registraron cuatro “accidentes” ambientales
con graves consecuencias: dos derrames petroleros, uno en Cadereyta, Nuevo León
y el otro en Huimanguillo, Tabasco; así como el vertido de agua con cianuro en
el municipio El Oro, Durango y el derrame de 40 mil metros cúbicos de
sustancias tóxicas en los ríos Sonora y Bacanuchi, provenientes de la mina
Buenavista de Grupo México, que ha afectado al menos a 22 mil personas en siete
municipios.
Esta última, señala Greenpeace
en un comunicado a propósito del Segundo Informe de Gobierno de Peña Nieto, es
considerada por la presente administración como “la peor catástrofe
ambiental en la industria minera del país en los tiempos modernos”. Y
estos casos, advierte el organismo internacional, son sólo “la punta del
iceberg” de la opacidad con la que actúan las industrias en México Estos
casos, indica, son sólo la punta del iceberg de la opacidad en la que actúan
las industrias en México, donde “la laxitud de las leyes les permite
contaminar a cambio de multas irrisorias por concepto de ‘reparación del daño’,
sin que se tomen en cuenta las externalidades”.
En los últimos 12 meses,
abunda, se realizaron cambios al marco legal hacendario, de las
telecomunicaciones, la política electoral y el sector energético, y “todos
privilegiaron los intereses económicos empresariales y coartaron los
derechos de millones de mexicanos, todo bajo la promesa de un crecimiento
económico que no ha llegado”. Greenpeace recuerda que en mayo de este año,
la Secretaría de Hacienda y Crédito Público recortó el pronóstico de
crecimiento económico del país de 3.9 a 2.7% para 2014 y se justificó al
señalar que la gran mayoría de las economías tuvieron una menor dinámica de
crecimiento, pero que “las llamadas ‘reformas estructurales’ serían la
panacea para lograr un repunte en los próximos años”.
Con la promulgación de
las leyes secundarias de la reforma energética, señala Greenpeace, lo único que
logró Peña Nieto fue “sellar” el retroceso ambiental de México. “Se nos
condenó a seguir dependiendo de los hidrocarburos para la generación de
electricidad y se tiró por la borda la oportunidad de transitar hacia fuentes
renovables como el sol y el aire, pese al alto potencial que tenemos”,
reprocha el organismo.
Se consolida modelo depredatorio
Además, afirma que la
dependencia del sector energético a los hidrocarburos vulnera a los sectores
económico y social “ya que cada día que continuamos quemando carbón,
petróleo y gas, acentuamos el cambio climático, la sobre explotación de los
recursos naturales y la contaminación, que repercuten en la salud de la
población”. Y lo peor, advierte, está por venir, con el mal llamado “Paquete
Verde”, un grupo de iniciativas y reformas a leyes ambientales que
legalizarían la devastación de los recursos naturales.
Por si fuera poco, sigue,
se legalizaron los abusos contra campesinos y comunidades con la creación de
figuras legales como la servidumbre legal, ocupación o afectación superficial
de tierras, “eufemismos con los que las autoridades podrán despojar de tierras
en los lugares donde haya hidrocarburos y al término de la ‘ocupación
temporal’, los dueños se quedarán con la responsabilidad de los contaminantes
que se dejen en sus predios” y, por tanto, deberán compartir la responsabilidad
para solucionar la contaminación del suelo y agua. Y para acabar, nuevamente se
disfrazó a la energía nuclear como “una fuente limpia” cuando en
realidad es la más sucia de todas, poniendo en riesgo la vida y salud de
la población.
“Experiencias internacionales han demostrado que se
trata de una tecnología sumamente peligrosa, por su capacidad para dañar la
integridad de las personas por la radioactividad, además no existe forma segura
de eliminar los desechos que genera y favorece la creación de armas de
destrucción masiva”, finaliza Greenpeace.
Fuente: Proceso
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