Por: Esther Vivas
Activista española autora de varios libros sobre movimientos sociales y
consumo responsable
ESPAÑA | 4 DE SEPTIEMBRE DE
2013
Parece
ser que ya tenemos el último invento para poner fin a determinadas plagas en la
agricultura. Se trata de la mosca transgénica. Y el primer lugar donde plantea
utilizarse no es otro que en Catalunya. No en vano el Estado español resulta
ser la principal entrada de transgénicos en Europa. Lástima que lo que se vende
como la solución mágica a la plaga de la mosca del olivo genera más
interrogantes que respuestas.
La información se ha dado este verano, y ha
pasado bastante desapercibida si tenemos en cuenta las consecuencias que puede
tener para el medio ambiente y para nuestra salud. La empresa biotecnológica
inglesa Oxitec ha solicitado a la Generalitat de Catalunya permiso para liberar
en el campo de Tarragona moscas transgénicas con el objetivo de combatir el
problema de la mosca del olivo. De aprobarse, será la primera vez en Europa que
se sueltan en el medio ambiente animales modificados genéticamente.
Aunque la
empresa insiste en las virtudes de la medida, ésta plantea dudas importantes.
¿Cuál será la reacción de las moscas transgénicas una vez liberadas?
¿Cómo
interactuarán con otros seres vivos?
¿Qué consecuencias puede tener su entrada
en la cadena alimentaria al ser ingeridas por aves y roedores?
Y, ¿en nuestra
salud ?
Hay que tener en cuenta que las moscas transgénicas sólo han sido
probadas en el laboratorio. La naturaleza es un sistema muy complejo, en el que
interaccionan varias especies, y no responde mecánicamente.
El
principio de precaución es el que tendría que prevalecer. No se pueden poner en
libertad insectos que tienen el ADN modificado con genes de otros organismos,
sin estar seguros de las consecuencias que esto pueda tener y de si estas
consecuencias serán reversibles o no.
Una vez más, las empresas biotecnológicas
apuestan por experimentar con la naturaleza, y con nosotros mismos, buscando el
máximo beneficio económico. Y es que los insectos transgénicos son una de las
nuevas fuentes de negocio para las multinacionales del sector.
El conflicto de
intereses es otro de los problemas evidentes. Ningún país del mundo tiene una
regulación específica para la introducción de insectos modificados
genéticamente.
¿A quién, sin embargo, se está encargando la elaboración de directivas
y marcos de trabajo? A los mismos empleados de la principal empresa que los
provee, Oxitec.
El informe Genetically-modified insects: under whose control?
de GeneWatch no deja lugar a dudas. Oxitec, por cierto, cuenta con el apoyo
activo del gigante de la industria biotecnológica Syngenta.
La ciencia y la
tecnología son claves para conseguir mejoras sociales, pero éstas no pueden
estar supeditadas, como a menudo sucede, a los intereses del capital privado.
Necesitamos información y transparencia.
¿Dónde serán liberadas exactamente las
moscas transgénicas en caso de aprobarse la solicitud?
¿En qué campos
encontramos hoy cultivos experimentales con organismos genéticamente
modificados?
Estas informaciones no han querido hacerse públicas. Como sociedad,
tenemos el derecho a decidir si queremos transgénicos o no, pero nunca nadie
nos lo ha preguntado.
Fuente: El Librepensador
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