Por: Joaquín Araújo
Naturalista y Escritor
ESPAÑA | 17 DE SEPTIEMBRE DE
2013
Demasiadas delgadas
líneas, del color que ustedes quieran, hemos creado los humanos para apuntalar
la convivencia, que si bien nunca hemos conseguido terminar de construirla
siempre está en proceso de reparación. De hecho somos incapaces, todavía, de un
generalizado respeto mutuo y estamos lejísimos del que necesitamos mantener con
el derredor.
Pero hay momentos y
lugares que no pueden formar parte de los claroscuros consentidos o incluso
auspiciados. Uno de ellos es la crueldad manifiesta como espectáculo y la
consiguiente diversión. Cuando el padecimiento, de cualquiera de nosotros o de
otras criaturas con capacidad de sufrir, es convertido en una euforia mal
llamada popular.
Si hemos abolido las
ejecuciones y torturas públicas por decencia elemental y lo consideramos uno de
los progresos indiscutibles de nuestra especie, siguen coleando demasiados
"festejos" con daño y dolor. Tanto en los animales maltratados y
sacrificados como en la sensibilidad de la mayoría.
Sí, hoy, mayoría.
Porque los crueles y
sádicos, que no lo serían sin un desmedido mayor poder que la víctima, son
pocos. Siempre han sido exiguas minorías las que ha decidido o permitido la
crueldad. Las gentes llanas si acaso han considerado como un aceptable lugar
común, es decir como algo lógico, ese ir maltratándolo casi todo a su paso.
Hay, al mismo tiempo,
pocos antónimos absolutos pero uno de ellos ahora mismo es el que se da entre
los que, por ejemplo hoy en Tordesillas torturarán a un toro, y los que estamos
solicitando la desaparición de una conducta que bien podemos calificar de
ultrajante, mucho más para nosotros mismos, los humanos, que para el animal.
Allí se entrena en
público y en directo a la crueldad. Aquí, entre animalistas y verdes, lo que
estamos procurando es un enriquecimiento estético y ético de nuestra especie a
bordo de la compasión. La que, de conseguirse algún día, nos convertiría en seres
vivos felizmente cultos.
GRACIAS Y QUE VUESTRA
COMPASIÓN HACIA LOS Y LO DEMÁS OS ATALANTE, QUE LO HACE.
Fuente: El
Mundo
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