ESPAÑA | 10 DE FEBRERO DE 2013
La ‘fiesta de los toros’ muestra cada año síntomas
crecientes de decadencia en España. Ya un año antes de la supresión (en
septiembre de 2011) de las corridas en Catalunya el número de fiestas
bajó un 8%, con lo que el descenso en cuatro años (según datos del ministerio
de Educación, Cultura y Deportes de 2007-2011) alcanza ya el 41%. En
aquel periodo se pasó de 953 a 561 corridas. Además, los principales festejos
taurinos (toreo, rejoneo y novilladas con picadores) se habrán reducido a la
mitad si se suman las proyecciones de 2012, aún sin datos. Pero la fiesta se
resiste a morir, y muestra de ello es que el Congreso debatirá el martes si
acepta a trámite la iniciativa de la Federación de Entidades Taurinas para que
la fiesta sea declarada Bien de Interés Cultural, tal como se supo el jueves.
Con ello se especula con la posibilidad de que los toros pudieran volver en
breve a Catalunya.
Lo más sorprendente de los datos del ministerio es
que el número de profesionales taurinos inscritos aumentó un 25% en ese
periodo. La principal razón de este fenómeno ha sido la crisis económica, que
ha hecho que muchas personas aficionadas o vinculadas a estas tradiciones hayan
decidido dar el paso y ponerse delante del toro para tener un trabajo
remunerado. "Más cornás da el hambre", debían de pensar al saltar al
ruedo.
Las corridas y las fiestas con toros cada vez
interesan menos a los españoles. El año 2011, el número de festejos taurinos
estrella (corridas, rejoneo y novilladas con picadores) bajó un 14%, de manera
que en cuatro años (2007-2011) el descenso suma un 46% (pasó de 2.045 a 1.120
festejos). El descenso será mayor cuando se conozcan los datos de 2012, pues
será el primer recuento sin aportación de Catalunya, donde quedaron prohibidas
por el Parlament a fines de 2011.
"Calculamos que al acabar 2012, y con la
prohibición de Catalunya, el número de corridas sería menos de la mitad de las
de 2007", según explica Chesús Ferrer, de Ecologistas en Acción, una
entidad antitaurina que viene efectuando este tipo de seguimiento de la afición
taurina. De hecho, se desinfla el interés por las corridas y por las fiestas
con toros en general. La evolución del conjunto de los festejos taurinos
(incluyendo aquí hasta festivales, becerradas, novilladas sin picadores o
espectáculos cómicos) ha bajado un 37%. En el 2007, se celebraron 3.651
festejos taurinos, mientras que en el 2011 se redujeron a 2.290. Amplios
sectores de la ciudadanía española parecen querer darle la puntilla. Así, pues,
si muere la llamada fiesta nacional no será por la prohibición en Catalunya.
De alguna manera, los datos dan la razón a quienes
piensan que los festejos sanguinarios y crueles pueden desaparecer sin
necesidad de prohibiciones, sino como consecuencia del cambio de valores y la
modernización de las tradiciones. El desinterés creciente que despiertan se
demuestra también en los resultados de la encuesta de hábitos y prácticas
culturales del Ministerio de Educación, una estadística oficial cuatrienal, en
la que se refleja un descenso de los asistentes. El número de quienes dicen que
acuden a los festejos con toros ha pasado del 9,8% en el periodo 2006-2007 al
8,5% en el periodo 2010-2011. "Este importante descenso sería mayor
todavía si se dispusiera de datos oficiales de asistencia, en lugar de simples
encuestas, puesto que en estas también se incluyen la asistencias a
espectáculos sin lidia, como espectáculos cómicos, encierros o vaquillas en
pueblos", dice Ferrer.
El descenso del número de corridas celebradas
(2010-2011) afecta a todas las comunidades, con excepción de Andalucía y
Aragón, y ha sido especialmente acusado en Madrid, Castilla y León, Castilla-la
Mancha, la Comunidad Valenciana y Extremadura. El resultado es que, pese a las
advertencias que vienen lanzando algunos aficionados, la fiesta nacional no se
recupera; "y a ese paso, su final puede acelerarse", según los mismos
sectores antitaurinos. El desapego que van experimentando los españoles hacia
los espectáculos con toros contrasta con el apoyo oficial que están teniendo
las corridas, hasta el punto de que algunas comunidades autónomas, sobre todo
gobernadas por el PP, han iniciado procesos para declarar estos festejos bien
de interés cultural inmaterial o patrimonio de la humanidad, con lo que se
persigue lograr el apoyo de la Unesco.
Pero mientras los cosos se vacían de público, el
albero se llena de trabajadores desempleados, ávidos de hacer el paseíllo y
llevar el capote, las banderillas o la pica. En los últimos años, las plazas de
toros, fijas o ambulantes, se han convertido en el anhelado puesto de trabajo
de muchos parados deseosos de jugársela y cambiar de tercio. Desde el año 2007,
en términos absolutos, el número de profesionales taurinos se ha incrementado
hasta alcanzar en el 2011 los 9.293 (frente a los 7.397 del 2007). Son personas
cuya vida ha girado de alguna manera en torno a los toros y que han decidido
dar un paso adelante para probar suerte, en un giro que recuerda a aquellos
españoles de posguerra que buscaron salir de la pobreza por la puerta grande. Y
a nadie se le escapa que los toreros profesionales tienen sueldos muy bien
remunerados. En estos cuatro años aumentó el número de matadores (se incrementó
un 18,6%), pero también van al alza los rejoneadores (un 14,7%), novilleros
(22,5%), banderilleros (16,7%), picadores (16%) y hasta toreros cómicos (24%)
que intervienen en espectáculos semicircenses. No obstante, lo que más
sorprende es que el número de mozos de espada se haya disparado un 50% (ya hay
2.347), lo que indica que ser subalterno y estar en el último escalafón tampoco
es mala faena. Igualmente, aumenta el número de empresas ganaderas de reses de
lidia censadas (de 1.327 a 1.391), aunque el número de escuelas taurinas ha
bajado de 49 a 42.
"Todos estos resultados contrastan con el
empeño de algunas administraciones estatales y autonómicas por blindar los
festejos taurinos y dotarlos de mayor ayuda pública. Si la supervivencia de los
toros dependiera de la asistencia de público, no sobreviviría. De nada servirán
las ayudas, dado que el principal enemigo de estas prácticas es el desinterés
de la ciudadanía, cada vez más sensibilizada contra el maltrato animal",
dice Chesús Ferrer. Ecologistas en Acción reclama a las instituciones públicas
que no se empeñen en mantener "prácticas aberrantes y crueles con
animales" y sigan el camino abierto por la amplia mayoría de la sociedad
española.
Fuente:
La
Vanguardia
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