ALEMANIA • 22 DE OCTUBRE DE 2009
No se las ve a simple vista y nos rodean: son
las nanopartículas. En la ropa interior, en cremas solares, desinfectantes,
automóviles o pintura de paredes. Son prácticos e innovadores, pero escondes
riesgos para el hombre y la naturaleza de dimensiones todavía inimaginables. La
Oficina Alemana de Medio Ambiente (UBA) publica un informe, que, en realidad,
no tranquiliza.
Según el informe de UBA, las nanopartículas de metal
o carbono por ejemplo pueden llegar a los pulmones. Una vez allí,
generar infecciones. Algunas de ellas, a través de la sangre, pueden llegar a
los órganos. “Ciertas nanopartículas pueden llegar a enfermar a la gente”,
asevera Heidi Becker, toxicóloga de UBA. También pueden alterar la la información
genética y provocar cáncer al pulmón.
Pero ésta no es la única preocupación de UBA. El
medio ambiente también puede verse afectado por las diminutas partículas.
Existen calcetines que contienen nanopartículas de plata: éstas tienen la
función de regular el sudor. “Se sabe que después de lavarlas una vez, la
mitad de las partículas se van”, dice la toxicóloga; también las de las
cremas solares acaban en las aguas servidas. Su alcance y efecto en el medio
ambiente aún no está verificado.
Un
estudio chino
En agosto de 2009, un estudio realizado en Pekín,
publicado en la revista European Respiratory Journal en
Ginebra recomendaba -dado que la nanotecnología es un mercado en crecimiento- prestar
más atención a los riesgos que presentan las partículas microscópicas. Investigadores
chinos habían analizado entre 2007 y 2008 un grupo de siete mujeres de entre 18
y 47 años que trabajaban en un ambiente de 70 metros cuadrados operando una
máquina que rocía esmalte poliacrílico blanco sobre placas de plástico.
Las mujeres, que previamente estaban sanas,
comenzaron a presentar problemas pulmonares tras trabajar entre cinco y 13
meses en el recinto; tenían además una erupción en la piel de los brazos y
cara. Un examen médico demostró que las siete trabajadoras tenían fibrosis
pulmonar, que causa rigidez en los pulmones y dificultad para respirar, ya que
afecta la función de intercambio de gases. Dos de las mujeres murieron en un
plazo de dos años. En análisis de pulmones y pleura se descubrieron
nanopartículas de alrededor de 30 nanometros de diámetro en las células y la
sangre del tejido. Éstas procedían del esmalte que era usado a diario por las
mujeres en su trabajo.
Teniendo en cuenta los latentes peligros y las
interrogantes que quedan por dilucidar, el UBA aconseja evitar los productos
que las contengan. Sin embargo, desde el punto de vista del consumidor, esto se
dice con demasiada facilidad. ¿Cómo saber dónde están? No todos los productos
incluyen esto en el etiquetado. Por ello, la siguiente recomendación: los
productos deberían llevar la enumeración de sus nanopartículas, aunque éstas
sean a menudo cien veces más pequeñas que un cabello humano. “Los consumidores
tienen que poder elegir”, dice Monika Büning, de la Central de Protección al
Consumidor. A nivel de la Unión Europea, a partir de 2012 existe la obligación
de enunciar las nanopartículas cuando de cosméticos se trata.
Fuente: Deutsche Welle Noticias
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