jueves, 13 de marzo de 2014

Un estudio vincula la actividad sísmica en Nuevo León con las técnicas de 'fracking'


MONTERREY | 11 DE MARZO DE 2014
La Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) presentó un estudio que relaciona el incremento de la actividad sísmica con la controversial técnica extractiva del "fracking", en el estado de Nuevo León. El análisis efectuado por la Facultad de Ingeniería Civil acerca de la sismicidad del estado, determinó que la profundidad del foco de los movimientos telúricos coincide con la profundidad de los pozos perforados en la Cuenca de Burgos. 
El "fracking" es el método de extracción de gas a altas profundidades, que se basa en la fractura de rocas para permitir la salida del hidrocarburo, un sistema que ha sido criticado a nivel internacional porque no solo representa un riesgo por su capacidad de provocar temblores, además amenaza los mantos acuíferos por el empleo de inyección a presión de agua tratada con químicos. 
Juan Manuel Rodríguez Martínez, jefe del Departamento de Geohidrología y Geofísica de la Facultad de Ingeniería Civil señaló que la periodicidad con que se presentan los sismos responde a una actividad humana. La Cuenca de Burgos que comprende el noroeste de Nuevo León, está considerada como la reserva de gas natural más grande de México que no se asocia de manera directa al petróleo y cuya explotación se verá incrementada mediante los nuevos contratos que plantea la Reforma Energética. 
Las empresas contratistas de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la región son Repsol, Tecpetrol, Petrobras y Lewis Energy, quienes disponen de 7 mil pozos perforados, que se incrementarán, según las panificaciones de Pemex, hasta 17 mil para el año 2022, con profundidades mayores a los 4.5 kilómetros. Las estadísticas del Servicio Sismológico Nacional (SSN) muestran un aumento en la intensidad como en la frecuencia de sismos en Nuevo León, entidad que registró sólo este año 31 movimientos telúricos de entre 3.1 y 4.3 grados en la escala de Richter.
En Reino Unido presentan también un informe
El informe '¿Somos aptos para el 'fracking'?" fue lanzado por seis organizaciones, entre ellas algunas tan importantes como la Fundación Nacional para los Lugares de Interés Histórico o de Belleza Natural (NT, por sus siglas en inglés) y la Sociedad Real para la Protección de las Aves (RSPB). 
El informe contiene propuestas para limitar el impacto que la fractura hidráulica podría acarrear para el medio ambiente. "Hemos descubierto que hay algunos riesgos potenciales serios para el medio ambiente asociados al 'fracking'", comentó a la BBC News Harry Huyton, jefe de energía y cambio climático. 
Entre los impactos que el 'fracking' podría tener sobre la fauna, el estudio evoca el riesgo asociado al uso de grandes cantidades de agua, lo que podría conducir a una contaminación accidental, así como a la construcción de la infraestructura requerida para la industria, lo que generaría un conjunto de pozos en todo el paisaje. Otra gran preocupación es la relacionada con el problema de la contaminación, puesto que para llevar a cabo el 'fracking' las empresas tienen que verter grandes cantidades de solución salina y productos químicos en pozos de perforación. Normalmente es un sistema cerrado, pero, como muestra la práctica de EE.UU., si hay accidentes o grietas en la tubería las sustancias pueden filtrarse en lagos y ríos.   
La principal iniciativa de los grupos estriba en el establecimiento de zonas libres de 'fracking' alrededor de las áreas de conservación más sensibles del Reino Unido, como la bahía de Morecambe, el estuario del Támesis o el parque nacional North York Moors en North Yorkshire. "Esas áreas son muy especiales y a la vez muy vulnerables", recuerdan los autores del informe. Las zonas propuestas abarcarían una superficie total de 42.000 kilómetros cuadrados, lo que representa un 18% del territorio de Gran Bretaña. Algunas de esas zonas ya se encuentran bajo la amenaza de licencias previamente otorgadas a empresas de 'fracking', mientras que otras podrían recibir licencias el verano que viene.
Pese a las preocupaciones expresadas por las organizaciones medioambientales, el organismo de comercio que representa a la industria de petróleo y gas afirma que "muchas de las recomendaciones ya están siendo adoptadas", y que "los reglamentos actuales son lo suficientemente estrictos para proteger el medio ambiente".

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