domingo, 9 de junio de 2013

El otro riesgo de los transgénicos



Por: Manuel Gómez Granados
Analista
MÉXICO |  9 DE JUNIO DE 2013
Olvidémonos por unos minutos de todo lo que no sabemos acerca de los posibles riesgos de los organismos genéticamente modificados, los llamados transgénicos. Olvidémonos incluso de las consecuencias que pagamos —especialmente en América Latina— por el uso del DDT como insecticida, o del uso de la talidomida, el aterrador medicamento responsable de que miles de bebés en todo el mundo nacieran sin brazos. Olvidémonos también de los efectos del consumo de edulcorantes, saborizantes y colorantes artificiales en alimentos y bebidas o de los efectos de los esteroides anabólicos. Pensemos que nada de eso ocurrió. Incluso olvidémonos de las imágenes de las ratas cancerosas que el gobierno de Francia difundió cuando anunció que no autorizaría el uso de semillas transgénicas.
Centrémonos, en cambio, sólo en los pleitos judiciales que han ocurrido en los últimos dos años en Estados Unidos como resultado del uso de semillas transgénicas y preguntémonos si el sistema judicial mexicano está verdaderamente en condiciones de procesar casos similares. Pensemos, por ejemplo, en Vernon Bowman, un granjero de Indiana de 70 años que fue un entusiasta cliente de Monsanto hasta que se le ocurrió hacer lo que cualquier campesino o granjero ha hecho muchas veces: comprar semilla de desecho para intentar una segunda siembra en el ciclo. La segunda siembra fue exitosa y Bowman pensó que había sido un buen año para él. Lo que no sabía es que las semillas que compró venían mezcladas con semillas de Monsanto. Al final de la ordalía, Bowman recibió una severa condena unánime de la Suprema Corte de Justicia de EU que lo obliga a pagar 84 mil 456 dólares a Monsanto.
Y lo de menos es que la Suprema Corte mexicana hiciera algo parecido. Las desventuras del ex ministro Genaro Góngora nos dejan ver qué tan agresivos pueden ser algunos ministros de la Corte para lograr sus objetivos. El asunto es, ¿qué harán los juzgados mexicanos? ¿Aplicarán castigos similares a los que sus colegas estadunidenses impusieron a Vernon Bowman? Quien diga que sí debería pensar en los costos que una decisión así tendría para millones de mexicanos que aún viven del campo, así sea con explotaciones agropecuarias de subsistencia.
Y ello sin considerar los posibles impactos para la producción de maíz en México. En EU, Monsanto ya vende las semillas que sirven para producir 86% de todo el maíz que se produce allá. El efecto no es difícil de imaginar: las variedades locales de maíz no sobreviven. E incluso el sistema judicial estadunidense no sabe qué hacer cuando las semillas transgénicas viajan, gracias al viento, lluvia, aves o insectos, de una parcela a otra, de un estado a otro, o de un país a otro.
Esto ya ocurrió en EU. Ya apareció una variedad “silvestre” de trigo resistente a herbicidas que no fue específicamente diseñado para ello; es decir, es resultado de la cruza de variedades en los campos. Eso ocurrió en Oregón y nadie sabe qué hacer. Ni siquiera se sabe si se podrá consumir un trigo así, resistente al Roundup, un herbicida poderoso. Apenas el 15 de mayo pasado, una agrupación de granjeros orgánicos de Maine buscó la protección de las autoridades por la posible contaminación de sus campos con semillas transgénicas. Aterrados, los granjeros de Maine dicen: “Somos inocentes”. ¿Qué harán en casos así los jueces mexicanos? ¿Quiénes ejecutarán los desahucios en masa que ocurrirían para pagarle a Monsanto?
Fuente: Excelsior 

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