Por: Anna Bolena Meléndez
MÉXICO • 22
DE JULIO DE 2009
Un
amigo que trabaja en una institución proanimal me regaló un video que muestra
todo lo relacionado con la peleas de gallos en México. Si bien, es cierto que
en nuestra capilal las peleas de gallos están prohibidas (aunque como todo lo
prohibido…), alrededor de nuestro país se ceLebran las temporadas de palenques
en donde una de las mayores atracciones es este tipo de peleas.
Las
peleas de gallos vienen de Asia desde hace más de dos mil años, pero se dice incluso que antes de China estuvo la India, hasta que los conquistadores, entre
otras cosas “maravillosas” las trajeron a América. Hoy estas peleas están
prohibidas en gran parte del mundo como en Europa o Estados Unidos, pues están
consideradas (obviamente) otro caso más de crueldad animal. La gente
involucrada en este negocio, así como los aficionados, alegan lo mismo que los
de la tauromaquia: que son gallos criados para esta actividad. Resulta que
esta cruza “especial” no es mas que artificial en la que la naturaleza no tuvo
nada que ver.
Los
gallos son territoriales por naturaleza y pelean entre ellos (como cualquier
otro animal) por dejar claro quien es el macho alfa, sin embargo, en estas
peleas el perdedor no muere, huye, pues estos animales al establecer su punto
prefieren correr antes que morir en los espolones de su contrincante. Resulta que
en esta práctica, la cual se ha hecho con el único propósito del disfrute
humano, los animales pelean en una arena de donde no pueden escapar y además
son drogados artificialmente con estricnina, cafeína, anfetaminas y epinefrina,
para exacerbar sus sentidos y llevarlos al máximo de agresión. En estas peleas
no sólo el perdedor muere, muchas veces el mismo ganador también, debido a que además
de sus espolones naturales les colocan unos postizos hechos de plástico, hueso
de pescado, carey o acero, con los que hieren al oponente causándole desgarres
en sus órganos y desangramiento.
Recuerdo
muy bien tener nueve años cuando mi familia asistió a un palenque. Fue mi
primera y última pelea de gallos, me pareció atroz, no podía entender qué era
lo divertido del evento. Tuve ganas de ir al baño para despejarme de las
imágenes y a mi regreso me encontré con una torre de gallos ensangrentados y
muertos… todos los que habían peleado, ahí estaban, en un tumulto inhumano.
Desde ese día no he parado de preguntarme qué no sucede a los seres humanos que
gozamos con esas cosas… las peleas de perros, de gallos, las corridas de toros…
en fin, tantas maneras de diversión que nada más nos confirman lo sanguinario
de nuestra especie.
La autora de este artículo |
Ya se
que se está haciendo algo para detener las corridas de toros en México, las
peleas de perros están prohibidas por la ley, pero no ha salido nada en contra
de las peleas de gallos, o por lo menos, nada que haga la bulla necesaria para
detener esta espantosa práctica.
Vuelvo
a formular la misma pregunta que he hecho cuando he hablado sobre los toros y
los perros: ¿quién nos dio el don de crear y matar?, ¿en donde dice que porque
se nos ocurrió criar una raza inventada, tenemos el derecho de hacer con ella
lo que se nos de la gana?, ¿quien nos hizo dioses de nuestra naturaleza?
Tenemos
que comenzar a combatir estas prácticas, a crecer como sociedad, como miembros
de un ecosistema que se nos desmorona por las atrocidades que cometemos, por la
irresponsabilidad con que manejamos nuestras vidas, por ese valemadrismo del
que ya he hablado que nos convierte en bestias. Algo se tiene que hacer, si en
otros continentes se ha logrado el respeto a los animales, nosotros también
tenemos que lograrlo y dejar a una lado el pensamiento tan nuestro: “¡pus ya
qué!”
Fuente: Excelsior
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