PERÚ • 23
DE NOVIEMBRE DE 2012
El Ártico es,
actualmente, el centro de atención de varias organizaciones medioambientales.
Por un lado, la superficie de hielo se reduce paulatinamente debido al
calentamiento global, alarmando a la comunidad científica por la crecida del
nivel del mar. A esto se le suma la explotación de recursos naturales y la
pesca industrial. Sin embargo, existe un peligro mucho mayor y que no es tomado
en cuenta: la contaminación radioactiva.
Un reciente estudio
llevado a cabo por la ONG ecologista Robins Des Bois detectó alrededor de 90
lugares del Ártico en donde los niveles de radioactividad son sumamente
elevados. La presencia de sustancias que generan esta perturbación se originó
durante la Guerra Fría, periodo en el cual la ex Unión Soviética construyó
varios emplazamientos utilizados como reservas de combustible nuclear, o
incluso para probar su arsenal atómico.
Durante la década de los
años sesenta, Estados Unidos construyó dos reactores nucleares para abastecer
de electricidad a Alaska. Uno de ellos sufrió varios accidentes que dañaron la
salud de cientos de personas, quienes sufren las secuelas hasta hoy. El
funcionamiento del segundo reactor implicó la acumulación de más de 200
toneladas de material químico en las capas de hielo. A su vez, Canadá es
responsable de la presencia de 900 000 toneladas de desechos radioactivos, a
raíz de la explotación de las minas de uranio en el norte del país durante
treinta años. Sin embargo la amenaza sigue presente a causa de la actividad
industrial la región, que sigue recurriendo a insumos radioactivos en los
procesos de producción. Los desechos nucleares siguen contaminando en el hielo
y el mar ártico, y se expanden gracias a las corrientes marinas.
Fuente: El
Nacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario